jueves, 4 de febrero de 2016

Cartas entre colegios (CEIP Andalucía - Cañada Rosal - Sevilla) y (CEIP Francisco Ayala - Ogíjares - Granada)

 Clase de Sexto 'A' del CEIP Andalucía (Cañada Rosal - Sevilla).

Clase de Sexto del CEIP Francisco Ayala (Ogíjares - Granada)

En la siguiente entrada voy a desgranar un ambicioso proyecto intercentro diseñado entre la maestra Cristina Grande Jiménez (Podéis conocer su trabajo visitando su blog pinchando aquí) especialista de Lengua Castellana en Sexto del CEIP Francisco Ayala de Ogíjares (Granada) y un servidor, tutor de Sexto 'A' del CEIP Andalucía de Cañada Rosal (Sevilla).

El proyecto intercentro tendría un objetivo: desenvoltura y uso del correo postal. Un tipo de comunicación escrita que, cada día más, con las nuevas tecnologías está cayendo en desuso.

La idea era trabajar con las dos clases de Sexto del CEIP Andalucía y la clase de Sexto del CEIP Francisco Ayala. Por lo que me tuve que poner en contacto con mi compañero de nivel, Marcos, el cual le gustó la idea.

El primer paso fue informar a las familias de nuestros alumnos y alumnas, para solicitar su colaboración y para que nos autorizaran a intercambiar direcciones postales. Si alguna familia no quería facilitarla, la carta sería enviada a la dirección del centro.

Una vez pasado este trámite burocrático, diseñamos un cuestionario original y divertido con el fin de que cada alumno y alumna a la hora de escribir la carta a un desconocido se basara en dicho cuestionario.

Cuestionarios rellenados por nuestro alumnado.

Recogidos los cuestionarios de un colegio y del otro, supervisamos que direcciones y datos estuvieran correctos, procedimos a intercambiarnoslos.

En Cañada Rosal eramos más niños y niñas que en Ogíjares, por lo que para corregir este problema, algunos niños y niñas de Ogíjares deberían enviar dos cartas.

Cuando cada clase tuvo los cuestionarios del otro centro pudo comenzar a trabajar. Comenzamos repartiendo los cuestionarios al azar.

 Iván, de Cañada Rosal, leyendo el cuestionario que le había tocado.

 Zaira y Ana, de Cañada Rosal, intercambiando opiniones de sus cuestionarios.

Acto seguido se pusieron a redactar los borradores de sus cartas.

 Julián, de Cañada Rosal, con el borrador de su carta.

Virginia, de Cañada Rosal, terminando de redactar su carta.

Ahora nos tocaba trabajar a nosotros, maestros y maestra, corrigiendo todas las cartas para eliminar faltas ortográficas, fallos de expresión o números telefónicos. Así obligábamos a que al menos escribieran una carta y la tuvieran que contestar si querían saber más de la otra persona.

Los docentes 'algo' trabajamos.

Una vez corregidas, había que pasarlas a limpio con buena presentación. Podían hacerla a mano o a ordenador, ellos y ellas eligieron. Una vez terminadas, explicamos para quien no se acordara donde se pone cada dato y el sello.

 Nerea, de Cañada Rosal, colocando su sello.

Laura Fernández, de Cañada Rosal, escribiendo el destinatario de su carta.

Antes de que las enviaran, los maestros volvimos a revisar los datos para asegurarnos de que nada fallaría y todo niño y niña recibiera su carta.

Trabajo para Correos.

Ahora sí, debíamos hacer el viaje al buzón de Correos y confiar que todas las cartas llegaran sanas y salvas. La maestra Cristina, de Ogíjares, decidió hacer una salida al entorno de sus alumnos y alumnas; mientras que Marcos y un servidor, de Cañada Rosal, confiamos la labor a nuestro alumnado, ya que los buzones de nuestro pueblo estaban muy retirados del colegio.

 Ana, de Cañada Rosal, enviando su carta.

 De izquierda a derecha: Emma, Natalia, Candela, Mercedes, Víctor, Miguel, Raúl, Daniela, Isabel, Itziar y Nerea. Alumnos y alumnas de Ogíjares.

 De izquierda a derecha: Candela, Raúl Navarro, Daniela y Nerea, de Ogíjares, enviando sus cartas.

Ana, Alba Gómez, Noemí, Alba del Pino, Alejandro Pérez, Pau, Iván, Jaime y Raúl Corral, de Ogíjares, segundos antes de mandar sus cartas a Correos.

Tras varios días comenzaron a llegar nuestras cartas a sus lugares de destino. Los maestros animamos a nuestro alumnado a contestar por educación la primera carta recibida.

Después de un mes de la actividad, los maestros hemos comprobado como muchos de nuestros chicos y chicas continúan intercambiándose cartas e incluso han conseguido direcciones de otros niños y niñas. Otros sin embargo, han sucumbido a las comodidades de las nuevas tecnologías y se han intercambiado correos electrónicos o números telefónicos para seguir conociéndose. 

Sea como sea, con esta divertida y motivadora actividad nuestro alumnado ha trabajado globalmente: comprensión / expresión escrita, habilidades sociales, uso del correo postal, estructura de una carta formal,...

Un proyecto bonito y fácil de llevar a cabo, en el que sólo ha necesitado que tres docentes que trabajan en distintos centros se coordinen y diseñen actividades significativas con la que nuestros alumnos y alumnas nos demostrarán todo lo que aprenden en nuestras aulas.

Vivencias que no olvidarán y que, por supuesto, aprenderán divirtiéndose.

Todo proyecto necesita una evaluación para mejorarlo la próxima vez que se implante y, en esta ocasión, cinco alumnos de los cincuenta y cinco alumnos y alumnas participantes no le llegaron sus cartas hasta en dos ocasiones. Por lo que, la volvieron a escribir una tercera vez y los maestros, en mano, serían los encargados de llevarla a los otros centros.

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